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Los primeros homininos

El origen de nuestro linaje

El origen y evolución de nuestros ancestros más lejanos es un tema apasionante y en continuo debate (y revisión) en la comunidad científica. Fue durante el Mioceno superior cuando se desarrollaron un grupo de primates de postura erguida que forman parte de nuestros ancestros más lejanos, los homininos. Se trata de un grupo que incluye al género homo cuya única especie actual es el homo sapiens. El estudio del origen de nuestros ancestros más lejanos (y de nuestra propia especie), así como el origen del Universo (y de la Vida) constituyen quizás tres de las piezas más importantes de las búsqueda del conocimiento humano. Cuestiones clave que todas culturas y sociedades se han planteado de alguna u otra forma y que constituyen una de las inquietudes esenciales de la lucha del ser humano por la comprensión del mundo que nos rodea. 

Cuando sucedió

Los hallazgos producidos en las últimas décadas sitúan el origen de los homininos aproximadamente a finales del Mioceno, en el piso denominado como Messiniense, que corresponde al periodo entre 7,2 y 5,3 millones de años atrás. Es un evento con una duración relativamente corta a escala geológica, pero con una repercusiones a escala humana extraordinarias, ya que supone el punto de ignición de la evolución humana y el proceso de hominización que daría lugar al género homo y a nuestra especie, el homo sapiens. 

Qué sucedió

El proceso que transformó lentamente un linaje de primates en humanos se inicia con la revolución anatómica que supone el desarrollo de la posición erguida, el bipedismo. Éste cambio anatómico conlleva no solo un cambio en la anatomía de la pelvis, sino también en la propia estructura del cráneo. Es aquí donde juega un papel esencial la posición del agujero grande en la base del cráneo, por donde pasa la médula espinal y que es conocido como foramen magnum. 

Los hallazgos más recientes de las ultimas décadas sugieren evidencias de bipedismo en tres especies el Orrorin Tugemensis (entre 6,1 y 5,9 millones de años), el Sahelanthropus tchadensis (entre 7 y 6 millones de años), y el Ardipithecus (entre 5,8 y 5,2 millones de años), aunque su inclusión dentro de los homininos y por tanto, su carácter bípedo es todavía objeto de debate en la comunidad científica.  Son los Australopithecus, que habitaron África entre 3,9 y 2 millones de años los que claramente se desplazaban de manera bípeda y jugaron un papel esencial en la evolución humana dando lugar posteriormente a las especies del Homo habilis, Homo ergaster y finalmente al hombre moderno, el Homo sapiens sapiens. Como registro de estos primeros pasos tenemos las huellas de Laetoli, de Australopithecus afarensis, de 3,6 millones de años de antigüedad y ubicadas en Tanzania y preservadas en ceniza por la erupción de un volcán. Esta especie también tiene como ejemplare representativo el conocido mundialmente como Lucy, el mejor conservado hasta la fecha. Otro resto fósil clave es el denominado como “niño de Taung” un fósil de cráneo infantil de Australopithecus africanus, de 2,5 millones de años de antigüedad encontrado en Taung (Sudáfrica). 

Figura 1. Reconstrucción de un Australopithecus que ya caminaba erguido (Museo de Historia Natural de Viena).


Por qué sucedió

Hasta hace un par de décadas se pensaba que el origen del bipedismo estaba relacionado fundamentalmente con la perdida de densidad de los bosques y la consecuente expansión de las sabanas de Arica tropical en el Plioceno, la que fue denominada como hipótesis de la sabana Esta hipótesis se basaba fundamentalmente en el análisis de la fauna (indicadora de ambientes abiertos) asociada a dos de las piezas clave de este puzzle que supone la búsqueda de nuestros ancestros, el Australopithecus africanus y el A. afarensis. Sin embargo, los análisis paleoecológicos de los yacimientos con homininos más antiguos  y con indicios de bipedismo (Ardipithecus, Orrorin y Shalentropus), sugieren hábitats forestales abiertos con bosques densos asociados a lagos. Aunque el debate sigue abierto, posiblemente el bipedismo se desarrolló como un medio de locomoción optativo en zonas boscosas convirtiéndose posteriormente, con el auge de las sabanas, en un sistema necesario que permitía una mayor eficiencia energética. El bipedismo disminuía la superficie corporal expuesta a los rayos del sol protegiendo al cuerpo. Además, la liberación de los miembros superiores abrieron la puerta ala expansión cerebral que se dio posteriormente y que favoreció el desarrollo de utensilios y la evolución del lenguaje. 

Figura 2. Los primeros pasos: Las Huellas de Laetoli (Tanzania) de hace 3,6 millones de años. 

Cómo lo sabemos

Los yacimientos peleontológicos con restos de homininos son escasos y de un alto valor científico, por las implicaciones que tienen los nuevos hallazgos en el estudio de la evolución humana. En toda la geografía de África oriental, denominada, como “la Cuna de la humanidad” encontramos yacimientos que registran el origen de los homininos, el Valle de Afar (Etiopía) con el hallazgo de Ardipithecus; Tugen, ubicado en la zona montañosa de Kenia con el fósil de Orrorin, y el desierto de Djurab donde se encontró Saelanthropus, o los Australopithecus en el noroeste de Johannesburgo, en Sudáfrica. 

Otra herramienta esencial en antropología molecular ha sido la denominada como “reloj molecular”. Se trata de una técnica genética utilizada para obtener la datar la divergencia temporal entre dos especies, es decir se obtiene el tiempo pasado a partir del número de diferencias entre dos secuencias de ADN. Esta técnica ha permitido precisar cual es el ancestro común entre el chimpancé y el humano, obteniéndose una fecha entre 5 y 7 millones de años, rango de edad que coincide con el registro de los fósiles de homininos más antiguos con signos de bipedismo y también con el cambio climático que provocó la desaparición de las grandes selvas del Mioceno y el desarrollo de las sabanas herbáceas en África.