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La extinción del Triásico Superior

La cuarta extinción masiva que dio paso a la expansión de los dinosaurios

La extinción del Triásico Superior está reconocida como una de las cinco grandes extinciones masivas identificadas a lo largo de la Historia de la Vida. En ella desaparecieron aproximadamente la mitad de las especies marinas y terrestres. Sin embargo, esta extinción supuso un acontecimiento que dejó libres numerosos nichos ecológicos terrestres, lo que permitió a los dinosaurios desarrollarse rápidamente de manera dominante durante el Jurásico, frente a otros grupos como por ejemplo los precursores de los mamíferos (Figura. 1).


Figura 1. Reconstrucción del período Jurásico con algunos de los grupos de dinosaurios dominando el ecosistema frente a los precursores de los mamíferos. Fuente: PUBLIPHOTO/PHOTO RESEARCHERS INC.


Cuando sucedió

El evento de extinción ocurrió hace unos 201 millones de años, en lo que hoy se considera el tránsito desde el período Triásico al Jurásico (Figura. 2). Fue un evento relativamente rápido a escala geológica (unos pocos miles de años), si bien algunos de los grupos que desaparecieron (ciertos géneros de ammonoideos y el grupo de los conodontos

conodontos

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Los conodontos son piezas microscópicas (desde 0,25 a 2 mm) con morfología dentiforme variada y compuestas principalmente por apatito y materia orgánica. Han sido interpretados desde su descubrimiento como restos similares a dientes y mandíbulas de peces fósiles, aunque procedentes de un organismo desconocido. Estos microfósiles generalmente se encuentran aislados en rocas sedimentarias del Cámbrico superior al Triásico superior y algunas morfologías variadas se asocian en aparatos de alimentación compuestos por varios elementos.

, Figura. 3) ya estaban en un declive evidente desde antes del final del Triásico.

Figura 2. La extinción del Triásico Superior es la penúltima de las cinco grandes extinciones que ha sufrido nuestro planeta.

Figura 3. Reconstrucción moderna de un conodonto del grupo de los Ozarkodínidos. Fuente: Ceri Thomas/Nix Draws Stuff

Qué sucedió

Para entender las consecuencias del evento de extinción que se produjo al final del Triásico, es preciso conocer las características paleogeográficas y paleobiológicas de la Tierra en ese momento.

Durante el período anterior a la extinción (el Triásico), todos los continentes estaban relativamente unidos en un supercontinente denominado Pangea (Figura. 4), que se había formado en el Pérmico (hace unos 270 millones de años). El clima era árido y seco en general, con veranos cálidos e inviernos suaves. Durante la mayor parte del Triásico las lluvias eran muy estacionales, concentradas en episodios similares a los actuales monzones, exceptuando algunos eventos puntuales de grandes precipitaciones, como el evento pluvial del Carniense en el que el régimen de lluvias aumentó considerablemente. No obstante, para finales del Triásico se recuperaron las condiciones áridas anteriores. Sin embargo, durante el principio del Jurásico las condiciones climáticas cambiaron, pasando a ser relativamente más húmedas. El momento en que se produjo la extinción en masa coincide pues con el comienzo de la fragmentación del supercontinente Pangea. Este cambio paleogeográfico pudo provocar un primer cambio climático que condicionó la evolución de las especies durante la transición Triásico-Jurásico (Figura. 4).


Asimismo, el Triásico fue un periodo de importante diversificación. A principios de este periodo la biota se estaba recuperando de la extinción del Pérmico, la mayor extinción de todo el Fanerozoico. Así pues, en este periodo surge una gran variedad de grupos filogenéticos, desde los primeros mamíferos, hasta el grupo de los reptiles arcosaurios a partir de los cuales evolucionarían posteriormente (durante el Triásico superior) los dinosaurios y pterosaurios (reptiles voladores), y los ancestros de las aves y cocodrilos. En los océanos también surgieron nuevos grupos de reptiles como los sauropterigios y los ictiosaurios, mientras que respecto a los invertebrados, el grupo de los cefalópodos ammonoideos, que sufrió una disminución importante de especies en la extinción del Pérmico, tuvo también una importante diversificación.

Aunque el evento de extinción del final del Triásico no fue tan severo como el del Pérmico, supuso una reducción significativa de las especies vivas. En tierra firme esta extinción afectó sobre todo a los tetrápodos de los cuales se ha estimado que se extinguieron el 50% de las especies, los sinápsidos se vieron seriamente afectados por esta extinción, concretamente los Terápsidos, que terminaron por ser completamente, desplazados por el nuevo grupo de arcosaurios. Dentro de los arcosaurios también hubo grandes grupos afectados (Figura. 5). En los océanos la extinción afectó a una gran variedad de grupos. Se ha calculado que entorno al 20% de las familias de invertebrados marinos se extinguieron durante el límite Triásico-Jurásico, afectando sobre todo a los cefalópodos (dentro de los cuales los ammonoideos fueron uno de los grupos más mermados), gasterópodos, bivalvos y braquiópodos. En relación a los vertebrados marinos, la extinción afectó a diversos grupos de reptiles marinos y a los conodontos, cuya diversidad estaba en declive durante el Triásico y acabaron por extinguirse a finales de este periodo.

Figura 4. Paleogeografía de tránsito Triásico-Jurásico (200 Ma): El supercontinente Pangea comienza a fragmentarse en lo que luego serán tres grandes continentes (Gondwana, Laurasia y Siberia). En el este se abre el océano del Tethys mientras que se va cerrando el Paleo-Tethys.

Figura 5. Reptil de los grupos extintos: Arcosaurio del grupo de los Crurotarsis (Archosauriformes, Phytosauria: Protome batalaria). Licencia: Creative Commons Genérica.

Por qué sucedió

La extinción del final del Triásico sigue presentando numerosas incógnitas respecto de las causas que la provocaron. Como casi todas las extinciones en masa, en este momento no existen suficientes pruebas para atribuirla a una razón en concreto por lo que se barajan varias hipótesis sobre las cuales se ha encontrado una relación directa o indirecta respecto de la extinción. Por un lado, se han descubierto indicios de una gran actividad volcánica que se produjo en torno a la apertura del Atlántico, así como también se ha detectado el aumento de la concentración de gases como dióxido de carbono y metano, y por otro lado se barajan otras hipótesis como la posible caída de un meteorito y el cambio en la configuración de los mares y océanos con el consecuente cambio climático. Es posible que ninguna de estas hipótesis por si sola pudiera causar la extinción, si bien, algunas causas, como el vulcanismo, parecen explicar mejor la extinción si se relaciona con otros eventos, como la liberación de metano o la acidificación de los océanos.

Cómo lo sabemos

Los estudios de este tipo de eventos de extinción son el resultado del análisis del registro geológico y paleontológico del tránsito Triásico-Jurásico, analizado desde diversas especialidades y en muchas partes del mundo. Así pues, los primeros datos a tener en cuenta son los datos paleontológicos, ya que gracias al estudio y la identificación de los fósiles hallados antes y después del evento de extinción, se puede hacer una estimación sobre qué número y tipo de especies se extinguen y cuáles surgen tras la extinción o la superan. En este sentido son muy importantes los diversos estudios sobre el origen y la diversificación de los dinosaurios entre los vertebrados y otros estudios dedicados a los ammonoideos entre los invertebrados.

Por otro lado, respecto a las causas de la extinción, existen numerosos estudios que muestran una relación entre un cambio en los ciclos de Carbono y la extinción de finales del Triásico. El aumento de la concentración de CO2 atmosférico habría generado un gran efecto invernadero provocando un cambio climático con aumentos de la temperatura media del planeta. El vulcanismo ha sido propuesto por muchos autores como una explicación a esta alteración del ciclo del carbono. Ligado a la apertura del océano Atlántico, surgió la provincia magmática del Atlántico Central cuya formación comenzó hace aproximadamente 201 millones de años, donde se produjo la liberación de un gran volumen de magma. Actualmente se conservan afloramientos de esta provincia magmática en: África, Sudamérica, Norteamérica y Europa.